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Son apenas las 10:00 am de un viernes cualquiera en Santo Domingo, y el Ingeniero de Proyectos Víctor Soto desde hace rato se encuentra en su faena diaria en la División contra Incendios de la oficina dominicana, sin embargo, su mente está en otro lugar: el pico Duarte, el más alto de El Caribe, cuya cima pretende alcanzar al día siguiente, a unos 3087 m.s.n.m.

Hace más de una década que realiza esta travesía cada año y esta montaña, localizada en la Cordillera Central del país, sin duda se ha convertido en una pasión para él. ¿Y cómo no serlo? Si allí hasta conoció a su esposa, Perla, en un viaje que él mismo admite haber cambiado su vida, no sólo porque desde hace 9 años no se ha separado de ella, sino también porque “salieron cosas que no sabía de mí mismo”.

La vida como una gran expedición

La primera aventura de Víctor Soto comenzó cuando apenas era un adolescente, al mudarse con su abuela materna a San Cristóbal, fuera de la capital, donde estaría los cinco años de sus estudios secundarios en el Instituto Politécnico Loyola, administrado por la Compañía de Jesús y uno de los más prestigiosos de la isla. En un nuevo entorno, Víctor tuvo que superar no solamente las exigencias académicas sino también el estar lejos de su familia y amigos.

Desde joven le gusta la Ingeniería: “me apasiona construir, hacer realidad algo desde que está en plano, en la mente”, confiesa; por eso es que ya con su título de Tecnólogo Eléctrico no dudó ni un momento en entrar a la Universidad APEC (Acción Pro Educación y Cultura) cuando estuvo de vuelta en Santo Domingo, donde en 2005 se gradúa de Ingeniero Eléctrico.

Una nueva travesía llegaría tiempo después con la paternidad, algo que sin vacilar cataloga de excelso. El papá de Víctor Elías (7 años) y José Daniel (2 años) descubrió que es posible sentir “como si la vida reiniciara, haciéndolo todo de nuevo y de mejor manera” a través de sus hijos.